La escritura vertiginosa de “El DesPedazo”: Carta de Rodrigo Köstner sobre lo último de Yara Liceaga y El Agente Katalítico

Por Rodrigo Köstner

Especial para Estruendomudo

Decido finalmente echar a un lado los libros y el trauma de estos días para picotear un poco sobre el teclado y hacer (que hago) algún comentario sobre estos textos a cuatro manos que me has enviado. Arrimo, por cierto, un buen café para contrarrestar el frío de un otoño que comienza tener vocación de invierno. Arrrgh!

Así, de entrada y sopetón, me parecen alegremente escritura de palabra reventada, ¿sabes?; de palabra rota y dispersa cuyas esquirlas, más que arrastrar o buscar un significado, se disparan en contra de cualquier complaciente horizonte de expectativas en función de retar al lector y moverle el piso desde donde cree que puede intentar proyectar alguna fijeza de sentido. Metralleta abarajada contra el ojo. Escritura de gremlin ésta. Escritura en vértigo, pues, que pone palabras en rotación y fugas a manera de un hilaje escurridizo con tal de materializar un discurso (esquizo) que aspira a la opacidad lúdica y móvil de desdecirse. Aquí no sólo desaparecen las tranquilizadoras delimitaciones autoriales, sino también el cobijo de cualquier apalabramiento con ancla para posibilitar, en cambio, el acontecimiento de un flujo de signos y más signos que se resisten (casi totalmente) al significado. Todo esto me hace recordar la interpretación que Jameson ofrece sobre el videotexto en aquel ensayo del surrealismo sin el inconsciente. Exquisito cadáver.

Algo arroja luz, sin embargo, en medio de este saludable y sabroso caos con intercalación musical ochentera. Y ese algo lo encuentro en el título del primer texto, en específico lo que tiene que ver con el devenir literario puertorriqueño. En todo caso, es así como puedo o como quiero al fin leerlos. Me enfoco en esto, entonces. Más allá de alguna que otra referencia directa (Gallego, por ejemplo), lo anterior se me confirma en la apropiación que se hace de algunas imágenes ya privilegiadas en el ámbito crítico y cultural de la interpretación isleña: la casa gelpiana, el despertar andresjimeniano vinculado con el pesadilleo y la sobreviencia, y cierta noción de angustia e incomunicación. (Como ves, los textos los leí en conjunto; no por separados). Quizás, en el fondo, estos textos graviten en torno de una transgresión contra tales imágenes. En la misma medida en que las nombran, las sacuden con despellejamiento, los rompen y los somenten a precipicio. Silvina, decididamente, tiene que caer. Escritura epiléptica, ésta, entonces. Escritura convulsa que lleva al mismo acto de la textualización (y a su forma trepidante y desestabilizadora) los rechinates cimientos que oculta la casa, el agrio tufillo que adviene con el despertar, el goce de la incomunicación. Silvina ha caído. Ahora hay que mostrar su desfiguración ósea, la retorsión corporal, la delicada lloviznita de sangre que brota de la comisura de dos labios en desuso ya para siempre. Sweet dreams are made of these. Ah, y su ausencia. Escritura de materialización ausente. De la arenilla que deja el movimiento de estas letras se intenta una interpretación (aunque sea fallida). Se habla por lengua de borracho. Claro que sí.

Sin duda que hay otras entradas pa meterle mano a estos textos. Yo decidí dejarme llevar por una mera intuición y merodear en torno tan sólo un poco. Quisiera tener el tiempo para demorarme un poco más en ellos. La inclemencia de estos días me lanza a la trampa. Agradezco el gesto de confianza al hacérmelos llegar. Es realmente estimulante esto que haces en colaboración con otros. Tienta.

No mucho más por hoy. Me espera la obra abierta de Umberto Eco. Yo preferiría, en todo caso, pasar la noche leyendo las máximas de La Rochefoucauld. Brrr.

Rodrigo escribe regularmente en su blog, Puta Madre.

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