The soul is safe as long as its particular form is preserved.
Raymond Llull
-Habrá notado, estimado profesor Kardec, que la existencia espiritual es más compleja que sus muy famosas estratificaciones metafísicas.
-Ni tanto, ilustrísimo señor Poe, las habitaciones espirituales están dotadas de puertas para la traslación de entidades inquietas y nómadas.
-Déjeme explicarle mi objeción con mayor precisión, -el escritor se sirvió en una copa una sustancia verde y brillosa y procedió a estimular su etérea garganta. –Las moradas descritas por usted están claramente regimentadas, lo cual le atribuye a los espíritus fijaciones espaciales que la naturaleza de la eternidad no comparte. Ya usted ha podido darse cuenta que la eternidad es también un juego de disfraces y que la lucha continúa en la intemporalidad del éter. Si bien usted acertó en la descripción de algunos recintos, es obvio que el flujo constante entre ellos ha creado espacios límbicos donde habitan o fluyen espíritus volátiles. Entre las moradas existen amplios mundos que se resisten a entrar a los recintos establecidos. Mundos por los que yo, obviamente, disfruto pasearme. Mientras deambulé por el mundo de los vivos tuve el privilegio de visitar algunas de estas estancias.
Flotando en la entrada de uno de los mundos regeneradores, ambos espíritus continuaron su debate, Kardec visiblemente molesto, Poe aburrido e impaciente porque la carroza-taxi que había pedido aún no llegaba y Eleanora lo esperaba en la taberna ‘La carta robada’. Muy cerca pasaron Borges y Swedenborg muy alegres y cogidos de la mano.