Dulce oficio de cadáveres (¡Diles que sí me maten. Anda, vete a decirles eso!) 5to Microrrelato Espiritista Allan Kardec 2005


Por Rodrigo Köstner

"Rabioso, transformado en la tribulación de Nosferatu momentos antes de volverse polvo, el espectro de Cupido –sin carcaj, sin flechas y sin alas- es el único que obliga a besar así", pensó Pedro Páramo –todavía duro- mientras miraba el rostro extasiado de una Susana a punto de romper el féretro. "A esta tumba se entra con antorcha en mano, Pedrito. No para alumbrar, sino para quemarlo todo", irrumpioó, anticlimática y vengativa, la voz de Florencio ante el inminente ablandamiento del cacique.

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