Por Julie Andrade
Noche golosa de pasiones. Estregando las curvas con espuma. Estar a tiempo para no perder el domingo de mayo. Agua, jabón y champú corren por los senos devorados. Se aliviaban con agua tibia y volvían a desear aquella boca húmeda que los estuvo besando. Noche tormentosa y ellos se desnudaron el alma de inhibiciones. Torrente de amor salieron de los pliegues del alma. Irónica era la vida, cómo jugaba con ellos. A punto de establecer nuevas vidas, flota a superficie la fantasía reprimida. Platicando con detalles, le hizo ella el amor a la perfeccionista. Esa que lo tuvo prestado sólo 2 días y pretendía romper una relación de muchos años. Extraña pretensiosa, a punto de finalizar su placer, quedó al lado, obligada de lejos a sólo verlos. Fantasía que encandilaba a la esposa aún más. El cuerpo de él en sus brazos. Lo besa de los pies a la cabeza muy suave, disfrutándolo lentamente. Lo mordía de a poco, llenándose de él, sin pudor y sin valorizarse como mujer. Agua limpia en su cuerpo sacaba la suciedad y el asco de haberla tenido a ella en la fantasía. Pensamiento de doble filo que la excitaba llenándola de satisfacción. Entra él al baño disimuladamente, procurando darle los últimos vistazos a su mujer de años. Pronto se marchaba con la perfeccionista. Su mujer de caderas anchas, trasero proturberado y cintura pequeña. Ella lo mira muy sonriente . El sospechando su juego en la ducha a solas. Ella lucía su nuevo “look” de cabellos cortos y él, ante el cambio, la inspecciona con la mirada detalladamente. Esta no es la mujer que él creyó conocer, estaba distinta y renovada. El cierra la puerta con llave y la interroga sonriente. El relato de ella en la ducha lo excitó, y él precipitado le baja el pantalón. Tentándola al placer, él corrió su boca hacia el mismo centro, cabalgándola por todo su cuerpo. Uniéndose, sin dejar lugar de penetrar su piel, en pasión y en amor mismo. Después la besó intensamente, quitando el brillo de los labios y dejándolos, al natural, color carmín. Los ojos intactos con su delineador negro, marcando fuerte la almendra de sus ojos. Ojos que en éxtasis de placer candente, lucían enormes. Los ojos de él eran pícaros y de mirada intensa y sincera. El sintió la tranquilidad de tenerla otra vez en sus brazos. Los dos explotaron juntos en éxtasis, ante el placer de la fugaz entrega. Abrazados los dos se besaron tiernamente. Ella se levantó, subió su “thong” transparente a sus caderas y sus pantalones negros de seda fina. Acomodó los senos rosados en la camisa sin manguillos de encaje negro. Se puso un poco de perfume, brillo en los labios y estuvo a tiempo para celebrar su día en familia. No fue la última juntos.
Noche golosa de pasiones. Estregando las curvas con espuma. Estar a tiempo para no perder el domingo de mayo. Agua, jabón y champú corren por los senos devorados. Se aliviaban con agua tibia y volvían a desear aquella boca húmeda que los estuvo besando. Noche tormentosa y ellos se desnudaron el alma de inhibiciones. Torrente de amor salieron de los pliegues del alma. Irónica era la vida, cómo jugaba con ellos. A punto de establecer nuevas vidas, flota a superficie la fantasía reprimida. Platicando con detalles, le hizo ella el amor a la perfeccionista. Esa que lo tuvo prestado sólo 2 días y pretendía romper una relación de muchos años. Extraña pretensiosa, a punto de finalizar su placer, quedó al lado, obligada de lejos a sólo verlos. Fantasía que encandilaba a la esposa aún más. El cuerpo de él en sus brazos. Lo besa de los pies a la cabeza muy suave, disfrutándolo lentamente. Lo mordía de a poco, llenándose de él, sin pudor y sin valorizarse como mujer. Agua limpia en su cuerpo sacaba la suciedad y el asco de haberla tenido a ella en la fantasía. Pensamiento de doble filo que la excitaba llenándola de satisfacción. Entra él al baño disimuladamente, procurando darle los últimos vistazos a su mujer de años. Pronto se marchaba con la perfeccionista. Su mujer de caderas anchas, trasero proturberado y cintura pequeña. Ella lo mira muy sonriente . El sospechando su juego en la ducha a solas. Ella lucía su nuevo “look” de cabellos cortos y él, ante el cambio, la inspecciona con la mirada detalladamente. Esta no es la mujer que él creyó conocer, estaba distinta y renovada. El cierra la puerta con llave y la interroga sonriente. El relato de ella en la ducha lo excitó, y él precipitado le baja el pantalón. Tentándola al placer, él corrió su boca hacia el mismo centro, cabalgándola por todo su cuerpo. Uniéndose, sin dejar lugar de penetrar su piel, en pasión y en amor mismo. Después la besó intensamente, quitando el brillo de los labios y dejándolos, al natural, color carmín. Los ojos intactos con su delineador negro, marcando fuerte la almendra de sus ojos. Ojos que en éxtasis de placer candente, lucían enormes. Los ojos de él eran pícaros y de mirada intensa y sincera. El sintió la tranquilidad de tenerla otra vez en sus brazos. Los dos explotaron juntos en éxtasis, ante el placer de la fugaz entrega. Abrazados los dos se besaron tiernamente. Ella se levantó, subió su “thong” transparente a sus caderas y sus pantalones negros de seda fina. Acomodó los senos rosados en la camisa sin manguillos de encaje negro. Se puso un poco de perfume, brillo en los labios y estuvo a tiempo para celebrar su día en familia. No fue la última juntos.
Ilustración: Fernando Botero, "Amantes", 1979.