Por HRCS
De primera intención pensó que era un sismo de gran magnitud. Se estremeció al sentir que un cuerpo extraño caía sobre ella con una fuerza inusual. Gritó. Luego comenzó a temblar y a reír y a llorar y a susurrar Dios mío –Dios mío. Mordió aquel cuerpo para deshacerse de él pero se abandonó a su suerte. Una corriente de lava espesa e hirviente la inmovilizó por fin. Qué rica y extraña es la muerte, pensó. Fue entonces cuando se dio cuenta de que se trataba de un verdadero volcán. Y creyó dormirse para siempre.