Basta que entre el detective privado al dormitorio y encuentre a la mujer en la cama, el bulto en los caquis del hombre va a requerir de la asistencia de dos ayudantes de producción manteniendo la caseta arriba con hilo de pescar. Basta que la mujer anónima se arrodille para desabrocharle los dockers, el zipper abrirá a otra bragueta, botón y correa. Basta que la mujer logre vencer el cansancio para desnudarlo, el área pélvica del detective aparecerá distorsionada por los censores. Yo no sé si es la influencia de los curas jesuítas —el uso de los stickers de "just say no" tanto para la semana anti-droga como para la semana de educación sexual. No sé si todo parte de mi renuencia a usar palabras como "pubis" o de un temor a que se me pase la mano con la humedad y los personajes terminen ahogados en el cuarto. La cosa es que yo no sé escribir escenas de sexo. A lo más a ella se le salpicaría un poco de saliva cuando él le tuerza el cuello para besarla frente al ventanal con la sutileza de un dentista.
Ilustración: "Shy man admiring woman in the background".