Deja que tu nostalgia emigre, todos tus cabos sueltos; comienza, todo los días, en el parto. Y recobra la llama en el momento del rasgueo contenido, imperceptible, en el momento del organillo callejero, cuando parecería que todas tus memorias se hicieran más claras, se ciñeran. Recóbrala solo. Tus héroes no regresarán a ayudarte. Has venido a dar conmigo, sin saberlo, a esta meseta de joyas fúnebres. Aquí vivimos, en las calles se cruzan nuestros olores, de sudor y páchuli, de ladrillo nuevo y gas subterráneo, nuestras carnes ociosas y tensas, jamás nuestras miradas. Jamás nos hemos hincado juntos, tú y yo, a recibir la hostia; desgarrados juntos, creados juntos, sólo morimos para nosotros, aislados. Aquí caímos, qué le vamos a hacer. Aguantarnos, mano. A ver si algún día mis dedos tocan los tuyos.
-Carlos Fuentes. Fragmento sanador de "La región más transparente".