Month: March 2005
Adiós al capullo de alelÃ: Carta urgente al editor de mis amores
Querido editor de mis amores:
SOS.
Hoy es lunes, y repaso la obligación de entregarte los escritos que pactamos.
En ese proceso de la memoria y el olvido, rebobino y suelto, acho, pero no encuentro el camino adecuado para someterte un tema.
Así que, chulería en pote extra mega crispy, te solicito encarecidamente ayuda alguna.
Puede ser que la culpa del impasse este del tapón la tenga un grupo local de rock en español llamado Circo.
Esta mañana venía escuchando la voz de Fofé por radio y el reguero de las baterías y las campanitas metálicas que sonaban detrás de las guitarras y ese desastre que se forma en el teclado que manga blanco y negro mi pesimismo y mi vagancia. SHHHHH. Se oía hasta la estática.
El tipo, cantante calvo él, me dice de cantazo "¿Qué es lo tuyo?", "¡Muestra tu orgullo!", "¡Lánzate, sal del capullo de alelí!", y yo me quedé pasmado frente al guía del Toyota, como quien no quería la cosa, renegando de todo ese mejunje rosa viejo que aprendí.
No sé, más arriba dice él que ha sembrado un árbol místico en el cielo de mi boca, y que en esta depre mala carretera puede ser que no tenga nada; nada en mente letras por encargo para ti.
Manny, Piel de Cristal Aujourd’hui
Encubierto avergonzado de la cima mira desde abajo
Hija de la chingada, maestra puta vida
-Manuel Ramos Otero en "Réquiem para Manuel", entrevista del gran periodista Jorge Rodríguez publicada en su libro "La nación con rostro", 1985.
(Foto de Mara Pastor, "Caníbal hawaiano estancado en la barriada La Perla")
Saliva de caracol o la lentitud que cae y nunca cesa
Una cama bien tendida y los trapitos al sol frente a frente un alarido de sorpresas reprimidas por aquello de las enfermedades contagiosas que no retiene el látex ni soporta fuerza de cara; esa virtud puertorra sata de estirar la confianza hasta que dé asco por las mañanas laborales con prohibición de cervecitas frías.
Hoy, alabé la escritura desencajada de una tipa santurcina que decía más o menos esto mismo en página de semanario socialista, crónica de infidelidades y retahíla de arrepentimientos que no lo son si no fuera porque me espera en casa un macho desprendido de complejos penitentes pero muy cuidadoso de poner en orden las toallas -que conste- siempre exprimidas a máquina junto a un lío de papelitos de lavanda. (Ellas siempre salen muy calientes y felices; pero hay que doblarlas para que no provoquen alergias vespertinas o se arruguen). El cómplice marido.
Eso es así, un contrato de por vida hasta que canse; un pacto de miradas puestecitas más allá de axilas bien cuidadas, labios pequeñitos que piden más babilla lean y cositas decoupage en las mesitas de la sala.
Cómo va a ser, preguntaste, y yo te dije pues…, parados, por supuesto. Uno frente al otro verticales en el piso con losetas a la vista y un caracol pereza debajo de las grietas: un amante acorazado con silencios adornados a la usanza de miradas tiernas y la lentitud de esta muerte en vida que no cesa. (Foto del huerto bonsái del amigo Scherzo)
Testigos del contagio
Los demás han hecho un alto. Se acomodan a nuestro alrededor para ser testigos del contagio.