Una vez hackearon la memoria de la máquina que lleva los libros del departamento de adquisiciones de la Biblioteca José M. Lázaro a las salitas correspondientes.
Cuando una entra al depósito, para llegar hasta el cubículo del paciente funcionario encargado de los Préstamos Internacionales, se da cuenta del desastre.
El esqueleto de la máquina está allí expuesto a merced del proceso de oxidación que hace tiempo carcome los metales.
Sin embargo, el roto traspasa los seis pisos del edificio enfermo y se han organizado visitas guiadas para que los estudiantes de arquitectura observen el varillaje que sobresale del cemento.
Los de Naturales dicen que la culpa de todo la tuvo un indio Cherokee farsante, un demiurgo presentao devorador de papeles de periódico.
Los juristas señalan en opiniones supremas que se trata de un foro público mutilado, que debe ser reconfigurado reimpresión digital para que continúe la subsunción real capitalista.
Todo es mentira, dicen las nerdas sirenas a cuatro ojos, la máquina de la Lázaro no patinaba, no la hackearon na y nosotras seguiremos humillando a los nativos ignorantes; distribuyendo La Atalaya casa por casa.
Habrá que agradecerles el jalón de orejas, la implantación del chip Dol-Rigor con desperfectos a los maestros UPR, y declararse jodidodiplomadoautodidacta.
Una foto de la Biblioteca General de la Universidad de Puerto Rico puede ayudar a la desorientación del ojo vizco: http://upracd.upr.clu.edu:9090/fotos/lazaro.jpg