Las llaves, Pac Man, ¿no oyes que están tocando ahí?

La mucosa le nublaba la sien, que le latía en desorden porque, según le había explicado el otorinolaringólogo, las válvulas que impulsaban pa fuera el gel blancuscoverdoso se le trancaron un día, rompieron el mecanismo que lo protegía del flu, se enchismaron con él y, para completar, se negaban a abrir. Nena, busca las llaves, traeme las Comtrex. ¿No oyes que están tocando ahí? Es una pena que le bajaran los mocos de repente, justo en el momento solemne en que le tomaban la declaración, porque entonces no pudo responder honestamente el interrogatorio del Inspector de Notarías, un tal Papi, dominicano residente y metrosexual, que había llegado a la oficina temprano para que rindiera cuentas por el desmadre. Nada de simulacros, tenía que ser él mismo frente al tribunal, y no había pelucas blancas. Nena, busca las llaves, traeme la Benadryl, ¿no oyes que están tocando ahí? Había aceptado el caso de Rita Indiana Hernández, una intervención pro bono per se para complacer a una madre soltera larguísima que huía de Papi y se hacía pasar de madrugada, cuando se atragantaba con drones de aceite de oliva y mangú, por el representante de ventas automovilísticas: el señor Clavell. Las llaves. Hay que buscarlas, nena, traeme el vaso de agua fría y la Benadryl. El inspector, con fronte de Papi, hay que recordar, se colocó en la butaca del medio, sacó el Código de Ética y comenzó a recitar de memoria los papeles del copyright: "Pa, pe pi, po, pu". Eso se deduce, murmuraba, después de pensarlo dos veces, Rey Emmanuel. Papi, yo te lo dije con tiempo, yo te avisé que me las trajeras a las diez en punto porque ya era evidente que la tipa clienta "tenía a la azafata amenazada contra la puerta del baño dándole piquetitos con un cuchillito de plástico azul celeste y luego se abría paso con un cortauñas hacia la cabina". Papá, ya era vox populi, en la cabina del capitán ya se sabía lo de las llaves y lo del clóset, y ya era trés tard para calentar la cera del sello, pegarle el membrete judicial y proceder a firmar. Ahora, nena, te jodiste, dijo Santa Morrónica Volonterry, la cortaguevos encapuchada, porque cuando regresen los monstruos de la infancia en caravana a reclamarnos lo suyo, y no tengamos la pistola control remoto en la mano para dispararles, Pac Man podría resucitar y la división crítica de sus dibujantes se va a encargar de que se trague una a una todas las Comtrex genéricas negriblancas que se hacen pasar por Benadryl. Acho Papi, men, reacciona: sin llaves, fuera del clóset y con estos mocos saliendo a propulsión a chorro; ¿qué carajos vamos a hacer?

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